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Mi Fortaleza

La primera vez que me operaron tenía 7 años. En ese momento aun no era consciente de todo lo que tendría que vivir. Desde entonces y hasta el día de hoy, me han operado 10 veces.

En uno de mis anteriores posts os contaba que yo nací con una enfermedad degenerativa que afecta a los huesos y a las articulaciones. Lo que sucede es que en los huesos pueden crecer tumores en forma de bultitos y algunos de estos pueden aparecer cerca de las articulaciones, afectando a la movilidad del cuerpo, causando dolor.

Esta enfermedad sólo la tienen menos del 1% de la población mundial y yo soy una de ellas. En cada persona se expresa de forma diferente y por lo tanto, cada persona lo vive de una forma distinta.


Al afectar a tan poca gente, hasta el momento la investigación de esta patología no ha sido muy profunda y el único tratamiento que existe es el quirúrgico y fortalecer el cuerpo de forma constante.


En realidad, no estaba segura de si compartir esta parte de mí.

Este año me han operado de nuevo, extirpándome unos tumores en la zona del brazo y en el tobillo izquierdo.

Pensarás que estoy acostumbrada a las operaciones y que sé cómo son los procesos, pero en realidad cada operación es diferente. Por mucho que me prepare en todos los sentidos, no puedo controlar lo que puede suceder. Lo más importante es contar con mis propias herramientas y apoyarme en ellas, pero siendo consciente de que pueden surgir imprevistos. Yo no puedo controlar los tiempos y el orden en el que quiero que pasen las cosas. Sólo me queda vivirlo de la mejor forma posible.

En esta ocasión, me sentí muy frágil emocionalmente. Toqué una profunda parte en mí, en la que nunca me había adentrado: Un pozo sin fondo en el que sentía todas mis emociones y a mi entorno, latiendo con fuerza, materializándose por todo mi cuerpo. También aparecieron muchos miedos sobre si me iba a recuperar y si sería capaz de afrontar las operaciones que pudiesen haber en el futuro. Curioso, ¿verdad?, todavía no había terminado de recuperarme y ya estaba pensando en los que podía suceder en el futuro. Estaba totalmente abrumada.

Me costó, pero comprendí que tenía que sentir eso que había juzgado como frágil y descubrí que, en realidad, era una profunda sensibilidad sin límites. Porque cuanto más sentía, más sensible era… y no se trataba de escapar de lo que sentía, si no de aprender a gestionarlo y comprender que era mi fortaleza.


Han pasado ya más de dos meses desde que me operaron y, aunque ha sido duro, me ha recordado que esta experiencia forma parte de mi sexualidad, por cómo me relaciono conmigo misma, cómo escucho, cuido y le doy amor a mi cuerpo y a mis cicatrices.

También me ha recordado lo fuerte que es mi cuerpo y mi resilencia.


Llevo mi vida comprendiendo este aprendizaje de vida: confiar en mí, en mi cuerpo y en mi capacidad de superación. Para ello, tengo que conocerme y profundizar cada vez más en mí.

Y sin olvidar que lo que me pasa a mí no es más importante que lo que le pueda pasar a otra persona. Yo debo valorar lo mío, pero no ponerlo por encima de los demás, ni permitir que los demás me solapen.

Son importantes todas las personas que están involucradas en un proceso, por cómo lo viven y por todo lo que aportan.


Cada proceso es diferente y no es más importante uno que otro, sea del tipo que sea.

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